Catalina Urrejola

Esa basura que no vemos

23.08.2022
compartir
Fb
Tw
In
Wa

El calentamiento global es un hecho. La deforestación, el aumento de los gases de efecto invernadero y la sobrepoblación nos han llevado a un punto de no retorno sobre el aumento de la temperatura en nuestro Planeta.

Aunque frenar esta emergencia mundial es una misión compleja, el reciclaje – aquella forma de reutilizar diversos objetos y darles un nuevo uso a lo que antes se consideraba basura- es una de las tantas medidas que se puede aplicar para mitigar los efectos. Según el Informe del Estado del Medio Ambiente 2020 (IEMA), en Chile se produce 1.2 kg de basura por persona al año, lo que sería más de 8 millones de toneladas de residuos en total. De ellos, sólo el 1% se recicla.

Sin embargo, cerca nuestro, hay mucha más basura de aquella que solo vemos.

La tenemos literalmente sobre nuestras cabezas. Se trata de la basura espacial, o aquellos objetos que provienen de restos de misiones espaciales o satélites que ya cumplieron su vida útil, y que, por tanto, ya no pueden ser utilizados.

Su historia se remonta a los años ’50, cuando comenzó la llamada “guerra espacial”. Por entonces, fueron lanzados -por primera vez- satélites y cohetes para conquistar el espacio exterior. Sin embargo, muchos de esos lanzamientos fueron fallidos y, los satélites, se perdieron en la órbita del Planeta. A medida que pasó el tiempo y se fueron mejorado las técnicas para enviar misiones al espacio, comenzó a crecer la cantidad de objetos puestos en órbita, los cuales nos permiten cosas tan cotidianas como saber nuestra posición en tiempo real (GPS), tener internet satelital, recibir información del clima y sacar información de diversos telescopios espaciales como el conocido Telescopio Hubble.

De acuerdo al informe de la NASA “NASA’s efforts to mitigate the risks posed by orbital debris”, actualmente existen en la llamada órbita baja de la Tierra más de 25.000 objetos del tamaño de una pelota de tenis, más de 500.000 del porte de una arveja y otros cientos de millones que tienen la dimensión de un grano de sal. Es decir, un exceso. Fue tal el aumento de objetos que ahora se ha vuelto un problema que no podemos ignorar. Si vamos un poco más allá, también se puede encontrar basura entre las órbitas de la Tierra y la Luna. Y por más pequeña que sea, al estar moviéndose a gran velocidad, puede ser tan letal como un misil, en caso encontrarse con un astronauta de la Estación Espacial Internacional; o puede impactar a otros satélites, dejándolos inactivos.

A pesar de que la basura espacial se ha convertido en un tema importante desde hace unos años, en febrero fuimos testigos del lanzamiento de 49 satélites de la empresa SpaceX en un sólo día. Y la empresa de Elon Musk ha pedido autorización para enviar otros miles más. La NASA consciente de que vivimos bajo chatarra espacial, y que su estimación corresponde a 6.000 toneladas aproximadamente, ha buscado la manera de reducir los desechos, provocando que caigan a la Tierra. Eso, pues al pasar por la atmósfera, muchos de ellos se incineran o se destruyen de manera controlada.

Se hace necesario, cada vez más, buscar un equilibrio entre los nuevos objetos y los que prontamente serán inservibles. Sin duda, la mayor motivación que deberíamos tener como especie es que sólo existe un Planeta donde podemos vivir. Los científicos piensan en Marte como destino, sin embargo, es un objetivo muy lejano en el futuro próximo. En otras palabras, no tenemos un plan B.

Escrito por

Catalina Urrejola es phD(c) en Astronomía de Universidad de La Serena. Ha trabajado en divulgación científica y fue parte del equipo que detectó por primera vez patrones de corrugación en una galaxia similar a la Vía Láctea, utilizando mapas 2D de velocidad.

Relacionados

compartir
Fb
Tw
In
Wa