Ivanna Donoso

Para ti es fácil decirlo

31.01.2024
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NUNCA NADIE:
 –¡Me encanta tu acento chileno!
Aunque sea difícil de creer, ocurre.

Mi amiga Flippi manda un sticker de WhatsApp donde hay un gato que dice: “miss yu s”. Se fue a vivir a Donostia. Joder. Allá hacen falta letras s, y no es que a nosotros como hablantes chilenos nos sobren.

Noto esto porque estoy en un momento de observación, y también porque estoy optimista al regresar a México luego de estar en Santiago por cuatro meses. Definitivamente, lo que más me llama la atención -y a la larga, lo que se traduce como lo que podría extrañar de Chile-, es su palabra hablada. El lenguaje fracturado, según Raúl Ruiz.

“Todo chileno habla exclusivamente entre comillas. Es alguien que pone la retórica antes que la realidad. Chile fabrica una forma muy curiosa de lenguaje artificial, en el que la entonación tiene casi tanta importancia como las palabras que se emiten. Más que el acento, es la sintaxis la rara. Se empieza una frase y se termina con puntos suspensivos, se empieza otra y otra y lo que pasa es que la gente está hablando con tres discursos paralelos, y pasan de uno a otro como en una fuga de Bach, y no dicen nada. Y, entremedio de todo esto, dicen contradicciones y constantemente están metiendo chistes que lo anulan todo”.

Ruiz. Entrevistas escogidas–filmografía comentada, Ediciones UDP.

La velocidad es un factor importante. Una amiga de Saltillo del norte de México me dice: wey los chilenos son puros speed. En mi cabeza resuenan los ecos de Juan Sativo en pleno 1997: “Ser humano” o en una versión fuera de control de Epicentro, rapeando “acá” de Calambre del 2004.

La cosa es que nadie nos entiende ni una hueá.

Una forma afectiva y de intimidad es la formación de los discursos de “tribu” a través del tiempo,  los que pasan principalmente por los juegos de palabras. No sabría cómo explicarlo puntualmente. Pero la construcción del humor en mi grupo de amigos va de la mano del lenguaje. Para nosotros, risas es complicidad y también el compartir ese espacio imaginario que debido a la repetición, se transformará en una talla que no tiene mucho sentido y no lo necesita tampoco. 

Admiro de mis compatriotas su capacidad para decir disparates, para bromear toda la noche o varios días seguidos, por puro deporte. Esa es la manera chilena de filosofar.

Se juega con las palabras por puro gusto, se le da vuelta a un problema en todos los sentidos. Y para festinarlo, como afirma Raúl Ruiz.

Simon y yo viendo “El tiempo” en la televisión, mirando cómo una la tipa con una varilla apunta el frente de lluvia torrencial en el mundo.

Simón: La guaripola.

Yo: Parece que está precipitada.

Precipitada, precipitaciones, el tiempo en la televisión. La kuromi, la kuro, la kuraguilla. La prima de la Irina, la kuromanos, y así…

¿Cuál es el conflicto central? 

Pues ninguno.

Leí un ensayo que hablaba de que Chile tenía un lenguaje animalista; te creí choro, calleuque el loro, el hueón vaca, ando pato, lo pasé chancho, estoy pal gato, erí entero pollo, ¿saltó la liebre?, la hueá mula. De forma más contemporánea; decir estoy de la perra. O también decir de la canina, en su versión más elegante. 

En el documental Chilenos Todos (2008), dirigido y creado por Rodrigo Hernández Lira, y conducido por Fernando Lasalvia, lo explican así: “Este es un capítulo que nos gusta mucho, porque apoya con sólidos y entretenidos argumentos nuestra tesis; no hay nada que nos pueda identificar más que nuestra forma de hablar. Si ya vimos que en el primer capítulo “El rostro de Chile” el chileno no tiene cara, ¿cómo creen que se reconoce a un compatriota en el extranjero?

“Desciende el pueblo chileno de mapuches y de españoles. Los poderes ocultos, la magia, los aprendió nuestro indio, de quechuas y aymaras. El sentido animalista en el pueblo chileno va de la magia a la superstición y del hablar al comer”, dice Oreste Plath en Grafismo animalista en el hablar del pueblo chileno.

Una primavera -sentados en la terraza de un restorán peruano, con los catedrales ya en la cabeza-, junto a unos amigos nos preguntamos acerca del devenir chileno. Y bueno, no llegamos a ninguna parte, porque ser chileno es un misterio. Por su espíritu aventurero, por ser los que llegaron más lejos -hasta Magallanes- y ampliaron sus fronteras, quizás, es mejor pensar en un “devenir chilote”. Apelando al realismo mágico, siempre hay un duende que se roba algo.

Escrito por

Ivanna Donoso es autora, actriz y performer. Ha participado en diversas exposiciones, realizado ponencias de arte y cultura pop y publicado obras de narrativa, poesía y música. Actualmente vive en la Ciudad de México.

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