Matías Allende

Fiesta de la primavera

13.11.2023
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El equinoccio de primavera marca para el Hemisferio Sur el inicio de buenos tiempos; gráciles temperaturas, días más largos, cultivos provechosos.

Durante esta época, sale el invierno y se acorta la noche. Una noche que podría referirse, en términos culturales, a los acontecimientos mundiales que hemos vivido los últimos años y que han modificado nuestras vidas, tanto en lo individual como en lo colectivo. 

Desarrollar un proyecto como la Bienal de Arte Textil (BAT) no tiene que ver con el deseo de resaltar o reposicionar algo. Tampoco se trata de recuperar objetos que se hayan perdido en la historia del arte o de querer reubicarlos por fuera del espacio doméstico. Porque los objetos textiles siempre han existido ajenos a los lugares de circulación tradicionales. Nadie ignora que somos testigos de un florecimiento de esta práctica, que había estado a la espera de su momento de gracia con una fuerte presencia en importantes eventos artísticos alrededor del mundo. Y este resurgimiento va de la mano con un momento global de renovación y juventud, que también estamos experimentando.

Las fiestas de la primavera son una tradición un tanto olvidada. Tras la conformación de las primeras federaciones de estudiantes en América Latina, fueron los jóvenes quienes se involucraron en la socialización y democratización de la cultura. En 1913, se realizó el Congreso de Estudiantes de Lima para reconocer la primavera como el símbolo de revitalización sociocultural, en un momento donde estallaba el modelo económico y político. Un año después, la Federación de Estudiantes de Chile también reconoció este símbolo, profundizando la socialización de la literatura, las bellas artes y las artes aplicadas.

En las fiestas se promovió otra tradición importante en nuestro país y en el continente: las artes aplicadas, también conocidas como artes decorativas.

Estas prácticas se materializaron en obras que capturaban y expresaban el espíritu festivo y alegre de las celebraciones. Por este motivo, hubo una presencia contundente de artistas que seguían las artes textiles. Además, desde la primera versión, se estableció un certamen de literatura, el cual fue ganado por Gabriela Mistral con su obra Los sonetos de la muerte. “Del nicho helado en que los hombres te pusieron, te bajaré a la tierra humilde y soleada. Que he de dormirme en ella los hombres no supieron, y que hemos de soñar sobre la misma almohada”. Esta pieza refleja de manera elocuente el espíritu, la urgencia y el calor de su época.

La exhibición Fiesta de la primavera -expuesta en MAVI UC y CEINA entre el 30 de septiembre y el 19 de noviembre-, pretende conectar la historia cultural de nuestro continente con la historia del arte textil en el arte contemporáneo. Este deseo se enfrenta, inevitablemente, con los acontecimientos de la actualidad, en un momento no más complejo que otros que han marcado el devenir de los humanos en la Tierra, pero actualmente absolutamente mediatizada, lo que hace que nos sintamos interpelados a reaccionar todo el tiempo. En este contexto, la celebración de la vida y la fiesta del florecimiento no es una cuestión ingenua, sino un gesto político de cuidado de nosotros mismos y de nuestro entorno. De mejora de las condiciones de vida y de querer compartir el arte contemporáneo

En un artículo de 2021, la socióloga Maristella Svampa presenta nueve puntos que, según ella, evidencian las consecuencias de la pandemia del Covid-19 en América Latina: la exacerbación de la desigualdad inherente a la periferia mundial, intensificando aún más la brecha; la instalación de la idea de un cambio de mentalidad, respaldado por una retórica belicista; la crisis del multilateralismo y el auge de políticas de enfoque nacional; la exposición de la débil infraestructura pública en nuestra región; la profundización del modelo extractivista; el inicio de discusiones sobre los ingresos mínimos, impuestos y la relación entre ecología y Estado, un tema olvidado en el siglo XX; el fortalecimiento de discursos ecofeministas o feministas del Sur; y, por último, la articulación de una voz unificada en América Latina en favor de la expansión de un ambientalismo popular.

Así, ante la posibilidad de que en un nuevo reparto de beneficios el Tercer Mundo salga desfavorecido, vale la pena invocar las palabras de Svampa: “Los gobiernos latinoamericanos deben abrir cuanto antes la discusión sobre todos estos temas, pues el riesgo es que, en un contexto de aceleración del colapso, y en lo referido a la hoja de ruta de la transición ecosocial, sigamos siendo hablados por y desde los gobiernos del Norte, por y desde una transición corporativa, en detrimento de nuestras poblaciones y territorios”. 

Siguiendo la línea de pensamiento del intelectual palestino Edward Said, la política es una esfera ineludible. No puede existir como una autonomía radical, ya que no se puede escapar de las condiciones objetivas de producción y pensamiento. La política determina los tiempos de la sociedad y el intelectual, en este caso las y los artistas, deben consagrarse a ella o al menos participar activamente en un diálogo con la misma. 

Como Bienal de Arte Textil elegimos la esperanza. Queremos rescatar la potencia de las lecciones añosas ya aprendidas. Relevarlas y actualizarlas.

Queremos quedarnos con la idea de una nueva globalización, de una emergencia de nuevos paradigmas sociales y civilizatorios a nivel mundial. 

La reacción siempre es fuerte cuando la energía de renovación es poderosa; pero evidentemente llegamos a un punto liminal y hay que aceptarlo. Ya hace casi un siglo otros artistas, escritores y jóvenes estudiantes transitaron la misma aventura para cambiar las normas de la disciplina y de la sociedad. Estas son algunas de las razones que nos llevaron a convocar a artistas de diversas partes del mundo que han tramado un quehacer y un pensamiento desde la inagotable matriz de la práctica textil. Son ellas y ellos quienes abren un amplio campo de referentes culturales y visuales, al mismo tiempo que plasman, de manera sencilla, una afección social y un deseo de continuidad de las promesas hacia el futuro. 

Entendemos el textil como metáfora de lo comunitario, de lo colectivo y de lo universal.

Queremos proponer un espacio de diálogo y de convivencia entre los artistas, los especialistas, los conocedores de las artes y el público general para encontrarnos y entender los diversos modos de hacer piezas textiles, desde lo material a lo intelectual. Ver en comunidad cómo estas obras remiten a un universo más amplio de imágenes, sensaciones y deseos. 

Esta nueva primavera del arte textil va de la mano con un espíritu global de renovación y juventud, y nuestro llamado es a consagrarnos a ello; a la oportunidad de abrirnos a experimentar nuevas prácticas políticas y estéticas, que a su vez construyen nuevas posibilidades. Después del invierno, vivamos juntos este florecimiento.

Escrito por

Matías Allende Contador es investigador, curador de arte contemporáneo y Doctor (c) en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile.

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