Ivanna Donoso

Britpop y nostalgia

04.07.2023
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Cuando dicen que los 80 fue la peor época de la moda, probablemente se equivocan.

Como no hay verdades absolutas, podemos considerar que los dosmiles también lo son. Pasa todo pasa, cambia todo cambia y vuelve. Yo ni joven, ni promesa. Llamada por mi padre hija de la libertad -porque nací en “democracia” en 1991, recordado por algunas personas como el año que Colo Colo ganó la Libertadores-, fui una jovencita con reminiscencias de los ochentas: cocaína y música para bailar.

Una de las cosas que más recuerdo de los 2000 -a parte de la aparición de mi ídola Britney Spears, pink princess-, fue mi afán en la escala de íconos nacionales por parecerme a Blanca Lewin en “Sangre Eterna”: una joven palida de pelo corto y negro con vestidos cool que, más tarde, me enteré que fueron confeccionados por Juana Diaz. Estrenada una noche del 31 de Octubre del 2002, en la segunda película de Jorge Olguin, los protagonistas juegan con sangre, pasean por Bellas Artes y barrio República y van a una fiesta en la mítica discoteque Blondie. 

Sí, yo fui a la Blondie, imprimí mi web flyer en la calle Esperanza y me emborraché en el bandejón central de Unión Latinoamericana tomando “Fressco Cooler” bola 8. Pude entrar a pesar de que el guardia sabía que era menor de edad, porque tenía el carnet plastificado, tipo fotocopia, de la hermana de una amiga que decía que tenía 19 años. Pero no, tenía 15 y un montón de base blanca en la cara y delineador negro en los ojos. 

La disco, ubicada en el metro Unión Latinoamericana, juntó a jóvenes alternativos de las comunas del norte y el sur de Santiago, y fue uno de los lugares que albergó al under santiaguino, posterior a las fiestas Spandex y las del Trolley. El artilugio del new wave a la chilena, música para bailar, estéticas creadas a partir de diversos referentes, todos metidos a una juguera con gente de cualquier parte.

Eso dio como resultado un punto de fuga al que llamamos andergraund.

Noches de bailes llamadas Disco 2000, Morning Glory, Everyday Is Like Sunday, Every You and Every Me, fueron fiestas temáticas con flyer. Recuerdo cruzar todo Santiago en la micro para ir al Eurocentro o, ya más atrevida, a los Dos Caracoles y al Portal Lyon a buscar merch. Generalmente, esos flyers se usaban para decorar los muros de tu habitación periférica con ladrillo princesa, muy diferente, me imagino, a la habitación periférica de los ingleses. Ellos probablemente no tenían un poster gigante de Jorge González, Nicole, Saiko y Lucybell.

Pantalones, blazers, jumpers, zapatos Mary Jane. Mood britpop gótico y new wave. Creer que Margaret Thatcher era Lucía Hiriart, una de las fantasías tercer mundistas que nos vistieron en blanco y negro, con bolsos cuadrados y lineas diplómaticas. Que los Blur son cuicos, que los Oasis son más calle. Que Pulp es la cagá y siguen siendo, porque eran los más basados en términos de lírica y estética. Jarvis Cocker en los 90 califica como ¿no binario? Y fin, se acabó la discusión, porque existe un álbum que se llama Different class. Las respuestas podrían ser entre Mis-shapes y Common People, siempre con un poco de Cocaine socialism, pero esa ya es historia de otro álbum. ¡Viva el absurdo! La monarquía jamás se enteró de nuestras discusiones. Chile es más una sociedad anónima que una república independiente. 

Yo me convertí en una mujer adulta, lamentablemente. Dejé de ir a la Blondie, migré a la Berenjena y finalmente al Cellar.

Ahora solo me quedan soundtracks de mis aventuras nocturnas y adolescentes por las calles de Santiago. 

El Genz Z le está poniendo core a todo. Antes solo había hard cores. No les gusta el cigarro y los estimulantes les parecen de mal gusto, y a mí, los pantalones a la cadera. Volvió eso de vestirse con jerseys deportivos y camisetas del Manchester. Gracias a Dios murió la Reina Isabel y Lucía Hiriart, pero qué triste que también Vivienne Westwood. Estamos en la cúspide de la degeneración, muy distinto a la cima de la desesperación. No voy a echar de menos la socialdemocracia, ni sus instituciones. Quisiera poder estar mucho más allá del bien y el mal. Probablemente, cada vez que abres un cajón sale olor a Aylwin. Lo que extrañas, ya no existe.

Escrito por

Ivanna Donoso es autora, actriz y performer. Ha participado en diversas exposiciones, realizado ponencias de arte y cultura pop y publicado obras de narrativa, poesía y música. Actualmente vive en la Ciudad de México.

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