Dominique Karahanian

Cuando las amistades se vuelven poco sanas

17.11.2023
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Sin duda, en las últimas semanas, los realities se tomaron la agenda de la entretención en la televisión chilena, abriendo un espacio para que las personas hurguemos en la vida privada de los participantes de esos espacios y comentemos las cosas que pasan con ellos.

Así, hemos sido testigos de peleas y reconciliaciones; peleas y vueltas a reconciliar. Lo que más ha llamado mi atención han sido los vínculos de amistad que se han generado ahí, que -debido al encierro y el verse 24/7-, han exacerbado ciertas características que no son tan sanas.

Lo que hemos visto en televisión no está tan lejano a lo que he presenciado en el espacio psicoterapéutico, donde las relaciones de amistad se han ido convirtiendo en un tema recurrente, sobre todo en términos de una vinculación saludable. ¿Hay límites en la amistad? ¿Cuándo una relación de estas características pasa a no ser sana? ¿Cómo me doy cuenta de que estoy en un vínculo amistoso que no me hace bien? 

Pareciera ser que los límites son más difusos que en las relaciones de pareja, porque los acuerdos no se consensúan de manera explícita y porque se piensa que las amistades son algo que no requiere de demasiado esfuerzo para mantener. Por ejemplo, cuando una pareja acuerda relacionarse desde la monogamia, se sabe cuáles son los riesgos que se corren al cometer una infidelidad.

Sin embargo, ¿cuáles son los acuerdos implícitos en una relación de amistad? ¿Lealtad? ¿Confianza? ¿Compañía en las buenas y en las malas? ¿Franqueza a todo evento?

He visto cómo eso no queda claro, pero también me he dado cuenta de lo profundamente heridas que quedan las personas cuando están en una relación de amistad poco sana. 

Muchas veces, el tomar consciencia de ese daño y el “darse cuenta” es más lento en este tipo de relaciones. Sin embargo, hay sentimientos inequívocos que podrían dar luces sobre esa incomodidad e indicar que esa es una relación que no te nutre.

  1. Contar algo que, puede parecer nimio, pero que tu círculo rápidamente minimiza o ridiculiza.
  2. Recibir bromas, pequeñas o grandes, que apuntan a algo que te molesta de ti o de alguien que amas. 
  3. Ponerte nervioso/a o ansioso/a al hablar con esa persona porque “no sabes con qué va a salir”. 
  4. Quedar con una sensación de incomodidad o molestia luego de estar en contacto con ese amigo/a, aunque no sepas distinguir bien por qué. 
  5. Sentir que “pisas sobre huevos” cuando estás con esa persona, al pensar que si no te comportas como espera que lo hagas, podrías ser desechado/a. 

Esas son algunas de las conductas que más suelo escuchar. Pero no hay que olvidar que la amistad es libertad y acompañarse solo porque te hace bien la compañía del otro.

Quererse tal y como uno es, sin expectativas de querer cambiarse, aceptándose en las diferencias, en los errores y las opciones distintas.

Por el contrario, si nos sentimos solos/as en la relación o estresados/as al conectar con esa persona; si no tenemos apoyo o estamos siendo constantemente criticados/as; si incluso nos culpamos por el comportamiento de ese amigo/a con nosotros, tal vez es hora de sentarnos a conversar y explicitar eso que sentimos. Porque si aún así no logramos conexión y equilibrio en el vínculo, tenemos derecho a despedirnos de algo que ya no nos hace bien. 

Escrito por

Dominique Karahanian es psicoterapeuta de parejas, familias e individual y magíster en ontoepistemología de la praxis clínica.

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