Rosario Grez

La insumisión de Annie Ernaux

07.10.2022
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“Por el coraje y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los extrañamientos y las restricciones colectivas de la memoria personal”. Así fue cómo la Academia Sueca argumentó la entrega del Premio Nobel de Literatura 2022 a Annie Ernaux (82). “Coraje y agudeza clínica”; no lo podría definir con mayor exactitud.

Annie Ernaux destruye, es lo primero que se me viene a la cabeza. Parte de lo que me impacta de sus palabras es su elocuencia. Y cómo puede romper el corazón de manera casi quirúrgica, como si fuera una campeona en el tiro al blanco.

Tengo una imagen de ella que no tengo idea si coincide con la realidad. He leído algunas entrevistas que ha dado, pero pocas, y jamás la he visto en movimiento, aunque sé que es una mujer muy atractiva. En sus formas, me la imagino seria; enigmática, de actitud melancólica y muy filosa en uso de sus palabras.

Como una persona que siente profundamente, que ha sufrido, que ha aprendido, que ha sacado en limpio, pero que tiene una trizadura que no cicatriza en su totalidad.

Disto de ser una experta en su bibliografía. Hasta ahora pasé por Una mujer, Pura pasión, El acontecimiento y Memoria de chica, todos libros basados en su experiencia. Imagino que esa es una de las causas del poderoso efecto que logra. 

En Una mujer (1987) cuenta la historia de su madre; en Pura pasión (1992), la desesperante ansiedad con la que intentó lidiar al ser la amante de un hombre casado; El acontecimiento (2000) narra su experiencia al abortar en una Francia en la que todavía no era legal hacerlo y Memoria de chica (2016), de los inicios de su vida sexual. Mi favorito es El acontecimiento, en el que dice: “Y quizás el verdadero objetivo de mi vida sea este: que mi cuerpo, mis sensaciones y mis pensamientos se conviertan en escritura, es decir, en algo inteligible y general, y que mi existencia pase a disolverse completamente en la cabeza y en la vida de los otros”.  Pero creo que lo ubico en ese lugar porque no soy capaz de elegir a Pura pasión como mi preferido, es demasiado desgarrador. 

Ese fue el primer libro que leí de Ernaux. Y es una puerta de entrada brutal. “Me pregunto si no escribo para saber si los demás no han hecho o experimentado cosas idénticas o, al contrario, para que les parezca normal experimentarlas”, dice. La manera en la que ella describe la espera, la intranquilidad, el sufrimiento y dependencia por un hombre absolutamente común, e incluso de poca gracia, genera una angustia penetrante que en momentos hacía que me detuviera en la lectura. Deprime y fascina en un erotismo doloroso. Comparte su deseo sin justificaciones, las que podrían ser tentadoras a ese nivel de exposición. Ella se entrega sin buscar reivindicación. Se muestra de la manera más cruda y conmovedora posible, sin excusa alguna, porque no está dispuesta a subyugarse a esa dignidad mal entendida, a la que las mujeres históricamente nos sometimos. 

La intimidad de su escritura sugiere lo necesaria que es para ella y cómo su oficio va más allá. Pareciera ser una catarsis constante, casi un deber para subsistir. Sus libros son un sentir intenso y persistente, una reflexión personal que trasciende, que involucra. Como dice la Trini -una de mis grandes amigas, y quien me presentó a la francesa-: la de Ernaux es una misión feminista que se construye a través del relato de una experiencia que en su universalidad acompaña, pero que también inquieta. Annie Ernaux es una bomba para el corazón en todas sus acepciones: lo puede inflar, pero también lo puede aniquilar. 

Escrito por

Periodista con más de 15 años de experiencia trabajando en medios escritos, digitales y principalmente en proyectos de radio. Ama a sus amigos, las flores y sus audífonos.

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