Raúl Álvarez Malebrán

El compromiso de Cecilia, la Incomparable 

28.07.2023
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Mientras celebraba diez años de vida artística, Cecilia Pantoja decidió llamar a un orquestador de tendencia comunista y grabar su álbum más rupturista. Todo antes de cumplir los treinta, todo antes del fin de su propia gloria. 

Gracias a la vida (CBS, 1970) fue el primer disco de Cecilia para el sello administrado por Phillips. También sería el último. Una de las estrellas de Odeón, la filial chilena de EMI, había dejado su cuna discográfica para emigrar a un sello con más alcance y oportunidades internacionales. 

Entrada en la segunda mitad de sus veinte, la cantante más singular de un movimiento plástico bautizado como “La Nueva Ola”, dejaría atrás esa falsa euforia con riesgo. Y se adelantaría así a una premisa que cuarenta años después ya no suena tan reveladora: el pop es un espacio de transformaciones y no de comodidades. 

En una época marcada por cambios políticos y sociales  - Salvador Allende asumiría el poder en noviembre de ese año -  Cecilia llamó al maestro Valentín Trujillo, con quien había grabado antiguos éxitos, y de la mano de su orquesta se desmarcó de su propio camino discográfico.

El pianista cercano al Partido Comunista, y reconocido por ser el director musical de Sábados Gigantes, armó para ella versiones progresivas e inquietantes de doce composiciones que coqueteaban con el folk, la actitud rockera y los nuevos vientos de cambio.

Pero no fue fácil. La presencia de Trujillo tuvo que ser autorizada por la EMI, sello que había decidido abandonar, y en el camino los ejecutivos de su nueva casa discográfica pusieron varios escollos al ímpetu de la cantante. Según pudo investigar el periodista Cristóbal Peña para su biografía no autorizada, quedaron en el camino para el disco composiciones atribuidas a Patricio Manns y al folclorista Raúl de Ramón, por nombrar algunos.

Quizás como medida de presión ante sus jefes, en la promoción del álbum para la prensa la cantante dijo: “¡Ya está bueno que nos dejemos de remilgos y siutiquerías!”. Pantoja, que siempre se consideró atípica entre otras figuras como José Alfredo Fuentes y Gloria Benavides, defendió con orgullo el hito haber sido la primera cantante en tributar “Gracias a la vida”, canción que Parra editó tres meses antes de su suicidio. Luego vendrían Mercedes Sosa, Joan Báez y hasta el crooner canadiense Michael Bublé. 

Cercana a Violeta, en sus últimos años “La Incomparable” desempolvó algunas historias en torno a su figura. Dijo, por ejemplo, que antes de su muerte la compositora le ofreció tres canciones que nunca llegó a escuchar y en una de sus últimas apariciones en televisión acotó que había sido “una privilegiada de haberla conocido, de tenerla como amiga”.

El track compuesto por Parra sería, en efecto, el single adelanto del álbum. Sonó por primera vez en las radios el segundo semestre de 1969, generando un cruce entre su movimiento y la Nueva Canción Chilena. Se sumaría a “Un compromiso”, el viejo bolero de finales de los cincuenta que la chilena logró llenar de impronta y que luego la certificaría como la “mamá rock” para las generaciones más jóvenes.

El disco editado por la CBS -descatalogado y con sus masters perdidos tras el Golpe- unió tres caras de la música nacional que, hasta entonces, no podían estar juntas: el folk, el pop casi meloso habitual de la Revista Ritmo y la actitud propia del Rock.

“Plegaría a un labrador”, un tema de Víctor Jara, cierra una travesía que resultó desgastante. Con una hipnótica melodía armada desde un piano eléctrico por el “Tío Valentín”, se presenta como una versión desgarradora y progresiva. Beethoven y The Beatles por igual. 

Víctor, quien por ese tiempo ya era un cantante reconocido, dio el visto bueno a la ocurrencia de la chiquilla de Tomé. Pese a que con él no logró la cercanía que sí tuvo con los Parra -con una sinceridad brutal, en 2019 catalogó a Jara como “pesado, pero buen chiquillo”-, quizás fue un aliciente para que el director de teatro se pasara al rock una temporada más tarde. 

En el libro Canción Valiente (2013), la periodista Marisol García sitúa a Cecilia dentro de la historia del canto político en Chile:  “A su modo, y por contagio, su canción también se había vuelto rebelde”.

Pese a que las ventas fueron “discretas” para las pretensiones comerciales de la discográfica, y sus fanáticos más duros no comprendieron totalmente el giro, el álbum quedó para la posteridad como el manifiesto de una época. 

Tras la penurias económicas y artísticas de la dictadura, recién en 1987 Cecilia sabría las consecuencias de haberse abanderado con los cambios. Acusada de haberse “apropiado indebidamente” de un millón de pesos, fue recluida en la cárcel de mujeres de Santiago. Estuvo 26 días presa. Ella siempre atribuyó ese hecho, que marcaría totalmente su vida, a una suerte de vendetta del régimen por haber grabado aquellas canciones. “Yo sé quién mandó la lista. Pero me he reservado siempre el nombre de esa persona. Nunca se lo dije y nunca se lo voy a decir. Yo dejo vivir tranquila a la gente”, dijo en una entrevista en televisión el año pasado.

Aunque nunca se tomó partido por nadie, en sus últimos años confesó su admiración por el MIR. De sus días en la cárcel se sabrán más detalles en la serie de dos capítulos que TVN estrenará en octubre próximo, seguramente en la semana en que la cantante hubiera celebrado ochenta años.

El teaser del trabajo dirigido por Vanessa Miller entrega algunas pistas. Amaya Forch, la actriz que la interpretará en aquel periodo, aparece con su mandíbula ensangrentada y arrastrada por un par de gendarmes que le dicen al oído: “Canta ahora Victor Jara pos, conchadetumadre”.

Escrito por

Es periodista y editor de LaRata.cl, sitio especializado en música y cultura pop, temas que aborda en sus textos. Oriundo de Coquimbo, actualmente es Social Media Specialist de La Cuarta y La Tercera.

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