Alejandro Kepp

¿Por qué rechazamos la ira?

27.06.2022
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La ira es una emoción que ha sido poco comprendida. A nadie le gusta estar disgustado o molesto, mucho menos si trata de hacerlo con personas que queremos y forman parte de nuestros vínculos significativos, pero ¿Qué tal si te digo que esta emoción es sumamente importante para sobrevivir?

Las emociones son mensajes que nos manda nuestro cuerpo para adaptarnos a lo que está ocurriendo alrededor. Por sí mismas, nunca son negativas, sino que todas cumplen una función. Por ejemplo, sentimos tristeza para procesar las pérdidas, miedo para correr de los peligros del exterior o sorpresa para adaptarnos a un cambio brusco. Sin embargo, nuestra poca educación emocional ha hecho que seamos incapaces de reconocer esos mensajes, que se expresan mediante la emoción.

En el caso de la ira, cada vez que uno se siente molesto, el cuerpo está tratando de hacer una advertencia. Quizás, necesitas activarte para defender tus necesidades. Es un sistema de alerta que señala cuándo es momento de protegernos. Nos advierte de amenazas, insultos o daños, y por eso cuando estamos enojados nuestro cuerpo se tensa y cambia: nos prepara para pelear.

Si introducimos una perspectiva de género a este análisis, nos podemos dar cuenta que la ira, históricamente, se ha transformado en una emoción cargada de significados sociales. En el caso de las mujeres, es reprimida y cada vez que alguien se enoja, es tildada de “showsera”, histérica, poco femenina o dramática. Es así como pocas veces esa queja es escuchada con la profundidad necesaria. Y todo esto tiene una explicación.

Las sociedades sexistas quieren a las mujeres sumisas y, para eso, hay que quitarles el poder de la ira: para que no sean capaces de defenderse o marcar límites.

Con los hombres, sucede todo lo contrario. El enojo se celebra hasta el punto de la toxicidad al ser, la ira, una emoción socialmente aceptada. Cuando un hombre expresa su rabia, es “macho”, “fuerte, o “buen líder”. Un buen ejemplo de esto es la bofetada que Will Smith le dio a Chris Rock en los últimos premios Oscar, luego de la broma que el comediante le hizo a Jada Pinkett, esposa del actor, por sufrir de alopecia. Aquí se ve la narrativa que sostiene que las mujeres debiesen de ser salvadas por un hombre que sí puede expresar ira y mostrarse agresivo.

Soraya Chemaly es activista y escritora del libro Rabia Somos Todas y ejemplifica muy bien lo anterior en la frase: “La ira confirma la masculinidad, y confunde la feminidad, debido a que los hombres son recompensados por mostrarla, y las mujeres castigadas por hacer lo mismo”. Otro ejemplo que engloba ambos puntos de vista es lo que ocurre en el deporte. Hemos visto, en varias ocasiones, cuando tenistas hombres -como Novak Djokovic- rompen sus raquetas al estar enojados, sin tener consecuencias; mientras que cuando lo hacen mujeres, como Serena Williams, son abucheadas, burladas y penalizadas.

Hay que entender que la ira no es buena ni mala. Es una emoción necesaria para vivir una vida plena. Conectar con la ira puede ayudar a defenderse frente a situaciones que transgreden. Sin embargo, hay que tener una mirada amplia y sin prejuicios, que nos permita vivenciar y experimentar la vulnerabilidad de todo el rango de las emociones. Solo así podremos tener una vida emocionalmente sana.

Escrito por

Psicólogo y máster en psicología clínica de la Universidad Complutense de Madrid. Como terapeuta, se dedica a estudiar temáticas de diversidad sexual y de género.

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