Dominique Karahanian

Masticar los pensamientos 

05.06.2023
compartir
Fb
Tw
In
Wa

¿Te ha pasado que una idea va y viene en tu cabeza? ¿Que pareciera que ya no está, pero al día siguiente vuelve a aparecer? ¿Has sentido que te pierdes en tus pensamientos? ¿O que le das muchas vueltas a algo?

Frente a ciertos detonantes o situaciones estresantes, muchos nos vemos enfrentados a este tipo de pensamientos que la Psicología bautizó como rumiantes. Son pensamientos circulares, que van en bucle y que tampoco sabemos cómo detener. Aparecen de manera insidiosa y, en general, tienen tintes negativos: 

“Me va a ir mal” “¿Por qué dije o hice esto?” “Me equivoqué, soy incompetente”.

Estos loops emocionales, en general, aparecen cuando ponemos la cabeza en la almohada y muchas veces son responsables de nuestros insomnios. Cuando irrumpen, no podemos pensar en nada más que una eventual solución -que muchas veces no existe-, ocupando todo el espacio mental. 

Como resultado, provocan mucha ansiedad, angustia y un sinfín de emociones displacenteras. Pero no solo eso, sino que además nos cansan físicamente y nos ponen de mal humor porque no sabemos cómo y cuándo se detendrán.

Si bien este tipo de pensamientos no son funcionales, es decir, no tienen un para qué; sí pueden venir a avisarnos que algo puede estar pasando en nuestra vida y que quizás deberíamos tomar conciencia al respecto. 

Nuestro mundo emocional es muy rápido y suelen haber desencadenantes que creemos que no nos afectan, pero esto funciona como una señal de alerta frente a esas situaciones a las que les bajamos el peso. 

¿Detenerlos?

Antes de frenarlos, es interesante pararse a metapensar, esto es pensar sobre el pensar, para entender qué me vienen a decir estos pensamientos y en qué me tengo que detener para mejorar mi bienestar.

Naturalmente, hay personas “más pensonas” que otras, pero suele funcionar decir en voz alta, contarle a un tercero, eso que estamos masticando mentalmente, para que adquiera una nueva perspectiva. Incluso podemos llevar un diario, que podemos releer luego de algunos días, y de pronto, esas palabras escritas, tendrán otro sentido.

También puede servir observarlos y darles un tiempo. Por ejemplo, decir: “Te doy X días/semanas para que te despliegues, y luego volvemos a lo que estábamos”. 

Hacer actividades con otros puede ayudarnos a salir de ese ciclo mental, al igual que conectarnos con nuestro cuerpo, saliendo a caminar sin destino, ya sea con música o escuchando un podcast. Eso hará más liviana la carga.

Escrito por

Dominique Karahanian es psicoterapeuta de parejas, familias e individual y magíster en ontoepistemología de la praxis clínica.

Relacionados

compartir
Fb
Tw
In
Wa