¿Existe el ghosting de amigos?  

10.04.2023
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Como terapeuta y docente, oigo de manera cada vez más frecuente -sobre todo en adolescentes y jóvenes- que alguien ghosteó o fue ghosteado.

Un anglicismo que, con el uso de las redes sociales y la digitalización de los vínculos, ha aparecido en nuestro lenguaje cotidiano y que alude a ese comportamiento en el cual una persona ‘desaparece’ para otra. Es decir, deja de contestarle y parece haberse esfumado.

Sin mucha posibilidad de acción, esta actitud habitualmente se siente como algo doloroso, porque generalmente ocurre en la esfera de lo virtual. En ese sentido, es frecuente que se dé luego de tener una cita con alguien con quien no tienes mayor intimidad, pero también en vínculos donde la responsabilidad afectiva es crucial.

En la era del amor líquido, caracterizada por la fragilidad de los vínculos -como plantea el sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman-, campea desechar lo que ya no nos gusta.

Y la amistad no escapa a ello.

El ghosting en los amigos se da con una frecuencia perturbadora.

Se ha ido normalizando que otro deje de comunicarse sin mayor explicación. Con esto, no me refiero a vínculos superficiales en los que se está conociendo recién a una persona, sino a relaciones de amistad larga y profunda que, de pronto y por decisión unilateral, se terminan. Ejemplo de esto es dejar el visto en WhatsApp, no contestar a las llamadas o dejar de seguir en RRSS. 

¿Por qué ocurre esto? En todo fenómeno humano no existe sólo una causa respecto de por qué hacemos lo que hacemos, pero ofrezco explicaciones que me han hecho sentido a propósito de desaparecer.

En primer lugar, es frecuente que las personas, sobre todo jóvenes, se comuniquen mediante lenguaje digital, lo que como punto de partida, implica un menor compromiso con el otro. Es decir, lanzas un mensaje al vacío y el costo es exponerse a la posibilidad de no ser respondido, a diferencia de un encuentro cara a cara, donde estableces un diálogo e ineludiblemente puedes leer en vivo la gigantesca gama que ofrece el lenguaje no verbal. 

Además, pareciera que estamos hiperconectados, pero también hiperocupados, por lo que muchas veces, creemos que respondimos, pero no lo hicimos. Da la sensación de que siempre hay algo más atractivo que hacer, lo que produce mucha ansiedad, pero también adrenalina por lo novedoso.

Es en ese contexto, en el que nos movemos hoy respecto de las relaciones humanas, donde todo va más rápido de lo que los mismos seres humanos somos capaces de aguantar. Aquí los amigos resultan vitales, sin embargo los vemos cada vez menos y pareciera que frente a una dificultad o discusión, el mejor camino es desaparecer en vez de afrontar, para no hacer atados. ¿Para qué discutir si no es tan importante?

Pero, aunque se nos olvide a ratos, el ghosting siempre ha existido, sólo que no bajo ese nombre.

Dentro del campo de la Psicología de la Comunicación uno de los conceptos más importantes es el de desconfirmación. Este alude a algo tan cruel y sencillo como hacer que no existes. Es la famosa ley del hielo que muchos sufrimos y le hicimos a otros en el colegio. Duele tanto que no te explicas, te lo autorrefieres y tratas de entender por qué te dejaron de querer. Si esta conducta se repite, lo que provoca es pena, desasosiego y sobre todo, impotencia, pues desapareces de manera simbólica para el otro.

La desconfirmación es uno de los problemas comunicacionales más complejos entre los seres humanos, pues afecta la identidad del otro. ¿Te imaginas volverte invisible de golpe? ¿Ser un fantasma de tus amigos? ¿Visualizas el dolor que eso conlleva? 

Aún se habla poco sobre el ghosting entre amigos, probablemente porque tendemos a minimizar estos vínculos en la “escala de relaciones”.

No obstante, en la vida cotidiana, los amigos son fundamentales: operan como red de apoyo y soporte emocional.

¿Por qué Tom Hanks necesitó crear a Wilson en la película El Náufrago? Necesitamos de los otros para estar en el mundo, vincularnos y confiar; haciéndolo de manera segura y sin el miedo a que esas relaciones pendan de un hilo. Como decía William James: “No podría idearse un castigo monstruoso, aun cuando ello fuera físicamente posible, que soltar a un individuo en una sociedad y hacer que pasara totalmente desapercibido para sus miembros”.

Escrito por

Dominique Karahanian es psicoterapeuta de parejas, familias e individual y magíster en ontoepistemología de la praxis clínica.

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