Fernando Mendoza

Xi: una autoridad sin límites

28.10.2022
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La vanidad y el poder son dos elementos humanos que suelen mezclarse de una manera perversa. El historiador británico Lord Acton decía: “El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente”.

A pesar de que China es una dictadura, en las últimas décadas se consensuaron diversas medidas que tenían como fin imponer límites para contener la ambición de los individuos y evitar los peligros de una autocracia. Lo anterior llegó claramente a su fin a principios de este mes en el Congreso del Partido Comunista, cuando -en dicha instancia- sacaron al ex presidente Hu Jintao de manera abrupta, abriendo una etapa de gran incertidumbre en la historia mundial asociada a la falta de contrapesos al liderazgo de Xi.

En 1949, luego de su triunfo en la guerra civil, el Partido Comunista tomó el poder en China. Liderado por Mao Zedong, se implementó un sistema de corte soviético, caracterizado fundamentalmente por la existencia de un solo partido (el PC) y un rol dominante del Estado en la economía. Logrando concentrar el poder en su figura, la implementación de diversas medidas terminó con la vida de al menos 20 millones de personas, destruyendo la operatividad social del país.

Luego de su muerte en 1976, un sector reformista del partido consideró necesario realizar importantes modificaciones al sistema, con el objetivo de evitar una implosión frente a la catastrófica situación existente. Una de las principales conclusiones que dejó la época de Mao fue la necesidad de evitar que una única figura tuviera una influencia desmedida sobre el país. Para esto, se decidió limitar con dos periodos de cinco años a los principales cargos políticos, instaurando también límites de edad para asegurar la renovación generacional. Además, se establecieron normas para definir con anticipación la sucesión del poder, un problema siempre extremadamente complejo en los regímenes dictatoriales.

La crítica situación financiera también movió a los chinos a romper una de las reglas sagradas del pensamiento de Lenin y Marx que dio forma a la ideología comunista: la participación de privados y el mercado en la economía.

Con la caída de la Unión Soviética, el régimen entendió que cualquier intento de reforma política podía amenazar la existencia del partido único. De esta manera, para que las personas aceptaran esta situación, China profundizó aún más sus reformas económicas con el fin de asegurar un alto crecimiento que entregaría prosperidad a la población, y con ello, su aceptación al liderazgo del PC.  

Cuando Xi Jinping alcanzó la cúspide del poder en 2012, gradualmente comenzó a desafiar los consensos políticos alcanzados durante las últimas cuatro décadas. Una de sus primeras medidas fue una campaña para eliminar la corrupción, utilizándola como un mecanismo para purgar a miles de personas dentro del partido, reemplazándolas con figuras exclusivamente leales a su persona. Por otra parte, propuso intensificar el poder del partido dentro de la sociedad, ante la percepción que esta se había corrompido frente al enorme crecimiento económico. Aumentando fuertemente la intervención estatal en la economía, frenó el alto crecimiento que resultaba casi una obsesión para sus antecesores, al considerarlo clave para obtener la paz social. Además, se intensificó notoriamente la censura en la información, empoderando a un ejercito de hackers a eliminar cualquier comentario negativo realizado frente al régimen.

Todas estas medidas apuntaron a que Xi se convirtiera en una figura dominante, lo que quedó confirmado en el reciente Congreso del Partido Comunista. Consiguiendo ser reelecto al cargo de líder del organismo por tercera vez, junto con lograr copar los máximos cargos del PC con personas leales, más que competentes; la segunda potencia del mundo consolida su tendencia hacia una dictadura personalista. Y esto quedó demostrado en una extraña escena ocurrida en la sesión de clausura del Congreso. Al lado de Xi estaba su antecesor Hu Jintao, quien fue forzado a retirarse de la sala. Si bien funcionarios aseguraron que fue por un problema de salud, para varios resulta una posible purga que simboliza que nadie se salva ante el poder absoluto que Xi tiene sobre el país.  

Escrito por

Fernando Mendoza estudió licenciatura en Historia en la Pontificia Universidad Católica de Chile y tiene un máster en Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente, tiene un newsletter de actualidad internacional llamado “La Dosis”

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