María Paz Oyarzún

Oda al líder blando

02.11.2022
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Desde que entré al mundo profesional he escuchado sobre las mal llamadas ‘habilidades blandas’ y debo confesar que nunca me gustó mucho ese concepto para referirse a aquellas competencias.

Saber escuchar, ser un buen comunicador o saber conectarse con la gente, tal como se lo escuché alguna vez a la coach consultora @arinnafico, se trata de capacidades habilitadoras. Me gustó este concepto, porque cuando se dice habilidades blandas se percibe cierta connotación negativa: como si fueran algo que no se entrena, que están en un segundo orden y se dan por sentado. Al resignificarlas, podemos entender que son capacidades necesarias para todos y que no solo generan confianza y espacios de acercamiento, sino que nos posibilitan la conexión con otros.

Hoy en la teoría del liderazgo, y en algunas empresas más modernas, las capacidades habilitadoras son tan valoradas como el título o la carrera profesional de las personas.

Pero aún en muchas organizaciones, los líderes creen que tener esas habilidades, los convierte en líderes blandos. Más que el don de mando, o los postítulos, estás personas son valoradas por permitir a las personas ser como son, logrando sacar su mejor versión con su equipo. Y si es así, yo diría que los prefiero.

¿Pero cómo sería el líder blando que necesitamos hoy en las empresas?

Un líder blando no es un líder con capa, que no le entran balas, que no se cansa y que siempre está bien. No se trata de eso, sino más bien de una persona que sabe escuchar, se conoce a él/ella y a sus colaboradores, y releva la importancia de esta habilidad en todo el equipo. Es quien comparte su vulnerabilidad: muestra que no sabe, revela su lado humano y real, y genera espacios necesarios para que todos los integrantes del equipo puedan desplegar su autenticidad.

Un líder blando no es ajeno al contexto país y mundial en el que vive, sino que es capaz de generar conversaciones y discusiones en ambientes de respeto, para que cada uno dé su opinión y así el equipo pueda conocerse más. Además, está atento a la confianza para tener discusiones sanas, innovadoras y creativas.

Es un líder que conoce sus emociones y las de su equipo y eso lo hace un líder tremendamente fuerte para generar mejores espacios de trabajo.

No esconde su sensibilidad, la intuición y la tendencia a la cooperación. En el fondo, es un líder humanamente responsable.

Líderes como Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda; son los que conectan con las personas revelando facetas desconocidas, como en este caso, mostrando su lado de DJ amateur. Sin complicarse por demostrar algo, ella dio importancia a encontrarse con otros en algo que une. Así mismo, la compasión y empatía demostrada con las víctimas del tiroteo en dos mezquitas en Christchurch en 2019 por fanáticos religiosos, se complementan con la firmeza con que convocó con éxito a su país a seguir los protocolos del COVID-19, sin la necesidad de dictar una sola nueva ley.

Escrito por

Cientista política de la Pontificia Universidad Católica de Chile y coach ontológico certificado. Ha trabajado en instituciones, como el Ministerio de Educación y la Fundación Integra, y actualmente es gerente general de la agencia Granada Comunicaciones.

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