Diego Barcala

Los otros Maradona: Cuál es el origen de su apellido

30.05.2022
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Si Maradona hubiera sido ciclista, escalador o regatista, habría todo tipo de especulaciones genéticas al respecto de que era inevitable que alguien con ese apellido destacase en esas especialidades.

Porque Maradona es montañoso, está cerca del mar y sus habitantes llevan siglos paseando al ganado entre montes lluviosos. De hecho, limita al norte con “Inglaterra, mar de por medio”, como define el Concello de Barreiros, la municipalidad lucense que reúne todos esos pequeños lugares de donde proceden todos los Maradona del mundo, incluido Diego Armando. 

Fue en 1750 cuando un hombre procedente de San Pedro de Arante (Barreiros, Lugo) llamado Francisco Fernández cruzó el Atlántico y se registró así a su llegada a San Juan de Cuyo (al noroeste de Argentina): Francisco Fernández de Maradona. Este hombre del que desciende el futbolista, pero también un héroe de la independencia que luchó con el general San Martín, es la cumbre del árbol genealógico argentino del 10, pero ¿qué sucedió antes? ¿De dónde proviene ese apellido que hasta 2004 todo el planeta creía que era italiano?

La clave de esta historia proviene de la curiosidad insaciable de una filóloga gallega jubilada, cuya vida está tan cerca de la de Maradona como Santiago de Compostela de Sidney. Concepción Fernández López -Concha, como es conocida- estaba estudiando en 2004 la toponimia de la parte norte del Camino de Santiago a su paso por la mariña lucense para la Xunta de Galiza cuando en el ‘Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar’ (Pascual Madoz, 1850) encontró la siguiente descripción: “Maradona. Lugar de la provincia de Lugo, ayuntamiento de Ribadeo y feligresía de S. Pedro de Arante, 5 vecinos y 26 almas”. Es decir, allá por principios del siglo XIX, cuando el político progresista Pascual Madoz emprendió la enciclopédica tarea de clasificar todos los pueblos y lugares dentro de las fronteras españolas, su colaborador de la mariña de Lugo (llegó a contar con un equipo de 1.000 personas para la tarea) registró que había un pequeño lugar llamado Maradona. 100 años después de que Francisco Fernández de Maradona llegara a Argentina, su pueblo seguía existiendo. Hoy no hay pueblo que se llame así, pero los cementerios locales: Fornia, San Pedro de Arante y, sobre todo, Villamartín Pequeño, están plagados de lápidas con las ocho letras mágicas.

“Años atrás se hizo célebre, en el campo de fútbol, el apellido de curiosa sonoridad, Maradona, llevado por un personaje genial, según algunos aficionados que hablan de él en tono casi místico, que vieron en él un soplo divino, una fuerza que, como suele suceder, ha ido acompañada de caracteres trágicos”.

Así comenzó Concha el artículo de la edición 13-14 de la revista de estudiantes de Filología Evohé que borró la supuesta procedencia italiana del apellido más famoso de la historia del fútbol. En un artículo de dos folios trasladó el portal de Belén maradoniano a Galicia. Concha asegura que no sabe nada de fútbol, pero su audaz mirada de todo lo que le rodea le llevó a escribir con esa perceptible ironía gallega el artículo que cambió la historia del mundo Maradoniano. La Voz de Galicia hizo eco de su descubrimiento que, boca a boca, web a web, acabó en 2006 en una pregunta a Diego Armando, quien pasaba por España para comentar el Mundial. “Si se entera mi viejo se mueeeeere. Iré a ver a mis primos gallegos”, prometió.

A Concha le importa poco Maradona, pero desde entonces no para de darle vueltas a qué lugar sería ese Maradona que aparece en el Madoz. ¿De dónde viene esa palabra de la que solo queda un apellido curiosamente común en esa zona? Su teoría en 2004 decía lo siguiente: “La toponimia guarda ¡tantos estratos de primitivas épocas, tantos secretos escondidos! Pero primero hay que probar con el latín. Y pensando desde el latín, Maradona tiene aspecto de compuesto de nombre más adjetivo, pero ¿qué nombre y qué adjetivo? Mara-dona, Mar-adona, Ma-radona: ‘radona/redona’ -podríamos pensar en *dona, postverbal semejante a ‘donada’: ‘que se da bien’- y -adona ¿podría ser el resultado disimilado de idónea? La primera parte del sustantivo al que se aplica idónea, con significado de ‘finca’, ‘propiedad’: mara”, que, según Concha, proviene del paso de mora a mara, que también significa ‘lugar’. Conclusión inicial: Maradona significa lugar idóneo.

Tres lustros después y con Diego Armando Maradona muerto sin haber cumplido su promesa de visitar a sus primos de la mariña, Concha retoma su teoría. Hace más de una década que la historia de la procedencia del apellido se le ha escapado de las manos. Decenas de artículos giran hablando de si se trata de un apellido que proviene del mar, o de la virgen María. A Concha le despierta una indignación científica, pero se lo toma con deportividad. Después de dos semanas de llamadas y mails intercambiando teorías e informaciones está convencida de que en realidad Maradona significa ‘casa donada’ y que puede tener algo que ver con la donación del rey asturiano Filón, allá por el siglo VIII, que sería una casa o un lugar donado para peregrinos, pero que tiene que ser un lugar físico. Concluimos que hay que solucionarlo sobre el terreno. Hay que buscar dónde está ese lugar llamado Maradona.

En la organización de la expedición entra en escena Ramona Rodríguez, jueza de paz del Concello de Barreiros, custodia del registro de nacimientos, defunciones y matrimonios de la zona y vecina de Villamartín Pequeño, el epicentro de los apellidos Maradona. Según el INE, en los pueblos de Barreiros se concentran cerca de 20 personas que llevan Maradona de primer apellido. Mita, como la conoce todo el mundo en la zona, dice por teléfono que el primer Maradona que aparece registrado en el pueblo es de 1879, y que no tiene inconveniente en que hagamos una foto del libro. “Andrés Maradona Rubiales, de Villamartín, Barreiros. Su padre se llamaba José Maradona Cobo, labrador de 39 años”, lee Mita en el libro que tiene marcado desde que varios periodistas empezaron a llamar al Ayuntamiento preguntando siempre por lo mismo. “Los Maradonas están un poco cansados del tema”, explica. Sin embargo, tiene preparada la ruta para todos esos lugares que en la zona tienen alguna información que nos pueda llevar a un lugar exacto donde hacer la peregrinación.

Primera parada: el pequeño cementerio de Villamartín Pequeño. Venancio Maradona Rego, Manuel Maradona Rego, Elena Maradona Pérez, Óscar Maradona Pérez, José Maradona Rodríguez… No hay duda. De aquí son los Maradona. “Mira, en esa casa que siempre hemos llamado la casa Maradona vive ahora un cubano que se vino hace poco. Maradona pasó por Cuba, ¿no?”, cuenta Mita, convertida también en una maradoniana más, al corriente de las aventuras del futbolista. Llegamos al centro de Villamartín Pequeño. Un grupo de casas típicamente gallegas, con su hórreo, sus piedras oscuras que, como si Diego estuviera favoreciendo la jugada desde el cielo, luce un sol espectacular en pleno mes de noviembre. 

Ding-dong. “Venimos a buscar Maradonas”, anuncia Mita sobre mi llegada. Una mujer de pelo cano, bata de flores y zuecos se parte de risa y nos invita a entrar. Marisa Maradona nos acoge en la típica cocina rural gallega con su mueble para introducir el carbón, cortinillas en las pequeñas ventanas de los gruesos muros de piedra y una mesa bien grande para la tertulia. Todo en gallego, Mita va traduciendo. “Hace poco fui al hospital para la vacuna y al dar el DNI la enfermera me dijo: ‘¿Maradona?’ Estos son de dinero”, comenta. A continuación Mita le interroga por sus antepasados. Aparece una tía Maradona en Argentina, la emigración gallega de diferentes épocas del siglo XX llevó a varios vecinos del pueblo a las Américas. Y después un sinfín de historias rurales como la de un niño también apellidado Maradona que nada más que al nacer, casi se lo come un cerdo. “Claro, la madre tenía que trabajar y lo dejó en una cuna como pudo. Aquí la vida no es fácil”, traduce Mita. Buscando los orígenes del apellido Maradona la historia casi se torna en un thriller rural.

“Ahora vamos a lo que se conoce como la fuente Maradona”, explica mi cicerone. Concha manda un mensaje, está a punto de llegar. La idea es que la filóloga jubilada reconozca sobre el terreno el lugar que ella descubrió en el Madoz. Cualquier rastro le será útil para sus teorías. La fuente Maradona está en una colina, junto a una casa que es conocida como la Casa Maradona desde tiempo inmemorial. Junto a la casa, otro vecino cuenta con el futbolístico apellido. Llamamos. Nos abre Manuel, quien estaba en plena siesta. No le importa, nos hace pasar a otra cocina típica gallega, con una gran mesa de tertulia. Manuel Maradona es más joven, se podría decir que casi contemporáneo a Diego Armando, por lo que sus anécdotas por el apellido crecen en interés. “Hice la mili en Madrid en el 82, durante el Mundial… Puedes imaginar que era el Maradona”, cuenta. “Pero lo más curioso fue una vez que fui a Orly, al aeropuerto de Francia, y el de la aduana al ver mi carné me paró y me miró de arriba a abajo. No le cuadraba nada”, ríe.

Manuel nos acompaña a la fuente. En la mística maradoniana todo tiene que ser un gol a los ingleses. Imagino que la fuente Maradona será una cascada a mitad de camino entre Iguazú y Petra. Pasamos la famosa casa Maradona, que según Manuel tiene 500 años “o más”; un campo segado y en una zanja se escucha un pequeño riachuelo. “Esa es la fuente, ahora no vas a ver nada porque hay un arbusto”. Me deshincho un poco, pero sobre todo me preocupa que Concha, tan ilusionada, se decepcione cuando vea la reducción del santo grial maradoniano. Vamos a buscarla al valle.

Concha sube al coche y desentraña los nombres de todos los pueblos que vamos encontrando: “Aquí habría un horno, aquí un Francisco…”, va diciendo. Es una enciclopedia viviente de la toponimia. Se parte con la extraña situación que hace que un periodista de una revista de fútbol y una filóloga jubilada estén dando vueltas por estas perdidas aldeas lucenses. “Esto es un secuestro por la cultura”, define. “Llévame a la fuente Maradona”. Le advierto que la supuesta fuente es un arroyito, pero su curiosidad no parece menguar. Todo lo que vamos viendo le parece una pista que lleve al significado de Maradona. Descubierta la casa y la fuente, le pregunto: ¿Decepcionada? “¡No, no! Para mí no es decepcionante, porque yo cuento con eso. Cuento con que años atrás la gente estuvo ahí viviendo, marchó para aquí, para allá, se repartió por los pueblos de la zona… Creo ahora que quizá el lugar esté vinculado a una donación y que las múltiples maradonas a lo mejor son lugares vinculados a ese lugar de acogida de peregrinos, de acogida del camino”.

La jornada concluye sin que hayamos encontrado el incienso y la mirra que llevaron los Reyes Magos al portal donde nació el apellido de D10S, pero a todos los vecinos les he hecho la misma broma: preparen camas y hoteles, porque después de publicar esta historia van a venir millones de argentinos a hacer el camino. No el de Santiago, el camino de San Diego.

Escrito por

Periodista y Máster de Periodismo de El País, hace 10 años fundó en España la revista Líbero, una publicación singular que explica la vida a través del fútbol. Además de eso cuenta historias en Radio Nacional de España y escribe una columna en el diario As.

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