Catalina Urrejola

La generación que dejará de ver las estrellas

07.03.2023
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Es probable que muchos de nosotros hayamos tenido la oportunidad de ir al campo y observar el cielo. Al detenerse y contemplar, es fácil darse cuenta que la cantidad de estrellas visibles, en los territorios menos poblados, es mayor.

Por ejemplo, si en la ciudad podemos observar apenas las famosas “Tres Marías” y un par de estrellas más brillantes de la constelación de Orión, en el área rural podemos mirar todas las estrellas que componen esta constelación e incluso la nebulosa que se encuentra en la “espada” del guerrero.  La principal diferencia entre ambos “cielos” se debe a la contaminación lumínica, la que corresponde a la luz artificial generada por el hombre y que surge desde los postes de luz, las luces de la carretera o los focos de un estadio de fútbol.

Según las proyecciones esta brecha de visibilidad seguirá aumentando significativamente.

En los últimos años, diversos proyectos como “Globe at Night”, dirigido por el Laboratorio Nacional de Investigación de Astronomía Óptica e Infrarroja de Estados Unidos (NOIRLab), realizan censos de “conteo de estrellas” que muestran cómo la contaminación lumínica ha aumentado en las diversas ciudades, a pesar de las políticas regulatorias establecidas por algunos países. 

Un estudio publicado en la revista Nature, de hecho, sostiene que el brillo nocturno artificial ha aumentado un 9.8% cada año. Tal como lo indica el investigador alemán Christopher Kyba, este incremento en la iluminación artificial provocará que un niño/a, nacido en una zona donde son visibles 250 estrellas, solo pueda ver 100 cuando cumpla 18 años y, si llega a los 80 años, solo podrá observar cinco estrellas: Sirio, Vega, Arturo, Betelgeuse y Capella. Es decir, solo una pequeña fracción de las miles que podíamos observar hace unas décadas. 

¿Pero por qué deberíamos preocuparnos por ver más o menos estrellas?

Principalmente, porque la contaminación lumínica es el principal problema para la observación astronómica profesional. Aunque los astrónomos buscan lugares alejados de las ciudades y con ciertas condiciones climáticas para establecer nuevos telescopios, esta tarea se hace cada vez más difícil debido a la alta luminosidad artificial proveniente de las ciudades cercanas.

Además, hay que tener en cuenta que la contaminación lumínica no solo afecta a los seres humanos, sino también altera el ciclo de vida de los animales. Así, se hace imperativo revertir esta situación a través de distintas medidas, como orientar la iluminación hacia el suelo y usar luces más cálidas. Esto requiere un compromiso y esfuerzo tanto de las autoridades como de la población en general para recuperar, en cierta medida, la calidad de nuestros cielos.

Escrito por

Catalina Urrejola es phD(c) en Astronomía de Universidad de La Serena. Ha trabajado en divulgación científica y fue parte del equipo que detectó por primera vez patrones de corrugación en una galaxia similar a la Vía Láctea, utilizando mapas 2D de velocidad.

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