Fernando Mendoza

El grito ahogado de las mujeres en Afganistán

19.07.2022
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A mediados del 2021, los Talibán retomaron el control de gran parte de Afganistán. Un hecho que generó preocupación en millones de mujeres, que -por motivos históricos- temían ser marginadas de la sociedad civil, tal como había ocurrido la última vez que este grupo había estado en el poder.

A pesar que las nuevas autoridades prometieron no hacerlo, durante los últimos meses se han tomado medidas que van directamente en la dirección contraria: prohibir los estudios pasado sexto básico, negar no usar velo en espacios públicos o la imposibilidad de viajar más de 72 kilómetros sin ser acompañadas por un hombre.

La razón que justifica la imposición de estas medidas se encuentra en la forma que el movimiento interpreta el Islam. Considerando a Dios como un ente superior al humano, la ley que rige a la sociedad debe estar determinada por lo que dice la religión, o mejor dicho, por lo que el movimiento interpreta acerca de los contenidos de los textos sagrados. Lo anterior va justamente en contra con el pensamiento político occidental que, durante los últimos siglos, ha separado marcadamente la influencia que tiene la Iglesia sobre el Estado.

Un hecho determinante para el desarrollo de este proceso fue la revolución Islámica o Iraní en 1979, donde una monarquía proccidental fue reemplazada por una Teocracia. Definido por la RAE como “sistema político en el cual los sacerdotes o los príncipes, en su calidad de ministros de Dios, ejercen el poder político”, la ahora llamada República Islámica de Irán aseguraba en su Constitución que varios puestos clave dentro del Estado deberían estar controlados por clérigos -similar a un sacerdote o pastor en las iglesias cristianas-. 

Por otra parte, la ley civil pasaba a ser dominada por la “Ley Sharía”, un cuerpo de leyes religiosas inspiradas en los primeros documentos escritos que surgieron dentro del Islam. Ese fue el móvil para implementar diversas medidas discriminatorias para las mujeres, como la obligación de usar velo en espacios públicos, o leyes favorables para los hombres en temas familiares como el divorcio o la custodia de hijos.

Ese mismo 1979, la Unión Soviética decidió invadir Afganistán con la intención de apoyar a un régimen comunista que se había tomado el poder. Contemplando una guerra corta que lograría sus objetivos con facilidad, el hecho terminó por provocar una insurrección local motivada ante la percepción que una idea extranjera contraria a Dios quisiera reemplazar los principios de la fe islámica. Luego de 10 años de combates, Moscú terminó por agotarse resolviendo retirar sus tropas, implicando la caída del régimen comunista del poder. Como consecuencia, partió una Guerra Civil, que enfrentó a diversos grupos que miraban con ambición el control de la nación.

Para 1996, los Talibán se alzaron como la facción más poderosa, logrando conquistar la capital Kabul.

Palabra que significa estudiante en el idioma Pastún, uno de los más hablados dentro de Afganistán, se propusieron implementar una visión puritana y extrema de la Ley Sharia (que incluso llevó a los propios iraníes a calificarlos de radicales). A través de la creación del Ministerio de la Virtud y el Vicio, se creó una policía religiosa encargada de hacer cumplir a la fuerza las nuevas reglas, invisibilizando y marginando a la mujer de la sociedad civil. Y es que no solo no podían salir de sus casas sin un hombre adulto, sino que también se les prohibió trabajar o estudiar. Las peluquerías fueron ilegalizadas, pudiendo además sufrir amputaciones de dedos en caso de pintarse las uñas. Además, estaban obligadas a usar burka en el espacio público, una pesada prenda que cubre por completo la cara y el cuerpo.

Cerrándose por completo al mundo, Afganistán se transformó en un lugar idóneo para que el saudita Osama Bin Laden instalara su agrupación Al Qaeda. Desde aquel lugar, planeó los atentados del 11 de septiembre, razón por la cual dicho país pasó a ser el primer objetivo de la llamada “Guerra contra el Terrorismo”. La invasión generó un rápido colapso de los Talibán, convirtiéndose en una guerrilla clandestina con el objetivo de retornar al poder. Con el paso de los años, y al igual que los soviéticos, la invasión nunca logró eliminar a aquellos grupos que persistían en combatir a los extranjeros. Después de dos desgastantes décadas de conflicto, Estados Unidos resolvió retirarse por completo, generando un vacío de poder que poco duró en ser llenado por los Talibán.Volviendo a implementar una versión extrema Ley Sharia, la gradual integración que la mujer había experimentado en la sociedad afgana en las últimas décadas, fue borrada de un plumazo. Eso ha generado diversos actos de resistencia, como el negarse a usar el velo; acciones que han sido reprendidas con golpes o cárcel. Esta presión, de igual forma, ha movido al régimen a moderar algunas leyes, debiendo retroceder a formas impensadas desde la primera vez que fueron gobierno. De igual forma, el reciente retiro de tropas extranjeras hace casi imposible una nueva invasión que pueda sacar a los Talibán del poder, no teniendo incentivos para moderar su discurso. Mientras, las organizaciones de derechos humanos poco y nada pueden hacer más que criticar las decisiones tomadas por el régimen. Atravesando una gravísima crisis alimentaria que tiene a más de la mitad de sus 40 millones de habitantes pasando hambre, el futuro parece cada día ser más oscuro para las afganas, quienes luchan  día a día por sus derechos y por no ser olvidadas nuevamente por el resto del mundo.

Escrito por

Fernando Mendoza estudió licenciatura en Historia en la Pontificia Universidad Católica de Chile y tiene un máster en Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente, tiene un newsletter de actualidad internacional llamado “La Dosis”

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