Catalina Urrejola

CHAPEA: La NASA tiene su propio “Gran Hermano” 

25.08.2023
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La búsqueda de vida extraterrestre ha sido un objetivo científico fundamental, y el planeta rojo, Marte, parece ser el mejor candidato para responder a esta pregunta.

Aunque aún estamos lejos de lograr este desafío, se están desarrollando tecnologías que podrían hacerlo posible en un futuro cercano. 

En la actualidad, un viaje promedio a Marte puede durar entre 6 y 9 meses. La humanidad -en misiones no tripuladas- ya ha logrado amartizar en ocho ocasiones, lo que nos ha permitido obtener una perspectiva diferente de este planeta. Uno de los mayores descubrimientos se obtuvo desde las misiones Spirit y Opportunity, enviadas en 2004, los cuales confirmaron la presencia de agua líquida en el pasado de acuerdo al estudio de sedimentos y minerales presentes en la superficie marciana. 

Sin embargo, ese período de viaje es demasiado largo para llevar a seres humanos, considerando las limitaciones de mantener a un grupo de personas en un entorno con múltiples restricciones: el espacio limitado de la nave, la radiación recibida durante el viaje, el cambio de gravedad, la interacción entre personas por mucho tiempo y la limitación del suministro de comida.

Con el fin de analizar y prepararse para futuros aterrizajes en Marte, a fines de junio, se lanzó el experimento CHAPEA (Crew Health and Performance Exploration Analog) en el Centro Espacial Johnson de Houston, Estados Unidos. Este proyecto consiste en encerrar a cuatro astronautas análogos -dos científicas, un ingeniero y un médico- en una cápsula impresa en 3D, que simula el hábitat marciano durante un año. Una exploración que tiene como objetivo someter a los astronautas a “problemas reales” que se podrían enfrentar en un viaje de estas características, como la escasez de alimentos, retraso en las comunicaciones o fallas técnicas, con el fin de identificar posibles riesgos y desarrollar estrategias para mitigarlos en futuras misiones reales.

Sin embargo, el desafío principal radica en comprender cómo ellas y ellos se adaptan a las condiciones físicas y mentales en un entorno extremo.

A través del monitoreo del sueño, las fluctuaciones emocionales y cognitivas, y los parámetros fisiológicos, se espera obtener una comprensión más profunda de cómo el cuerpo y la mente humana responden a las condiciones únicas en otro planeta. 

El viaje a Marte no solo implica un desafío de ingeniería para construir una misión capaz de alojar a los astronautas durante meses, sino también el reto de controlar la alta presión y el estrés de vivir en un espacio reducido, de 158 metros cuadrados, con un grupo de personas durante tanto tiempo. Una vez más, este tipo de proyectos involucra a múltiples disciplinas científicas con un objetivo común: la exploración de nuevos mundos.

Se espera que la misión Mars Perseverance Rover -una de las más completas de la NASA, lanzada en julio de 2020 y actualmente vigente- pueda brindar respuestas sobre la existencia de vida en Marte. Además, empresas como SpaceX se han propuesto enviar astronautas para pisar suelo marciano en la década de 2030. Por ahora, estamos en una etapa de prueba en la que analizaremos qué tenemos y qué nos falta para estar listos para una misión que nos permita pisar otro planeta y, posiblemente, experimentar la misma emoción que generó el aterrizaje del hombre en la Luna en 1969.

Escrito por

Catalina Urrejola es phD(c) en Astronomía de Universidad de La Serena. Ha trabajado en divulgación científica y fue parte del equipo que detectó por primera vez patrones de corrugación en una galaxia similar a la Vía Láctea, utilizando mapas 2D de velocidad.

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