María Paz Oyarzún

Política y liderazgo en las empresas

21.09.2022
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Comencé mi vida profesional en el servicio público, para luego pasar a la política activa.

Fui candidata a diputada, participé de la directiva nacional de un partido y trabajé en el Estado en cargos de confianza. Luego, por distintas razones, me alejé de ese mundo y hoy llevo 9 años acompañando a empresas a mejorar su comunicación interna.

En este camino, me he dado cuenta que, aunque no lo creamos, la actividad política tiene mucho que enseñarles a los líderes de empresas y organizaciones. ¿En qué sentido? Desde la forma de empatizar con los votantes hasta el apelar a las emociones y el promover la escucha, hay varios puntos interesantes que se pueden analizar.

En política, los candidatos deben convocar a la gente en torno a un propósito común. Es por eso que en las campañas se promueve un programa: una ruta a seguir para lograr ese objetivo que une. Por su lado, en las empresas, el propósito es la razón de ser de la organización e idealmente se debe construir de forma participativa, para que todos los integrantes lo conozcan y lo hagan suyo.

Teniendo el propósito, se debe hacer una estrategia, que podría ser el símil al programa que presenta un candidato en política.

Porque así como todos queremos saber cuál será la hoja que guía a un nuevo gobierno, los trabajadores necesitan indagar en cuál será el camino que seguirá la organización y cuál será el efecto en sus labores y sus posibles aportes.

Además, los candidatos hacen puerta a puerta, se reúnen con personas influyentes y con grupos de interés. Lo mismo deben hacer los líderes en sus organizaciones: promover conversaciones para comunicar el propósito y la estrategia de la empresa, hacer reuniones de sentido y de evaluación; crear instancias de escucha para conocer el sentir de las personas.

¿Se trata esto de hacer política partidista? Por supuesto que no, sino que aprender que los trabajadores, así como los ciudadanos, adhieren a lo que les hace sentido y a lo que les resuena emocionalmente como algo coherente y que les afecta directamente en sus vidas.

Asimismo, en política hay tiempo de campañas donde los mensajes son más vociferantes, las calles se llenan de pancartas y se respira el ambiente electoral. Todo esto se podría comparar con los momentos de comunicación más intensa que suceden en una organización: una campaña de valores, el compartir la estrategia corporativa o hacer una encuesta de clima. ¿Y qué pasa cuando no hay “temas puntuales” para comunicar? Pues bien, la organización se sigue moviendo, tal como pasa en el mundo de la política. Se siguen difundiendo mensajes corporativos, revisando declaraciones y recordando valores de la cultura organizacional.

Aunque tienen muchas diferencias, creo que las organizaciones pueden tomar como ejemplo al mundo de la política, entendiendo que es una forma de buscar adherentes a un propósito, conectando con las emociones de las personas y convocando a hacer un viaje juntos con un objetivo en común.

Escrito por

Cientista política de la Pontificia Universidad Católica de Chile y coach ontológico certificado. Ha trabajado en instituciones, como el Ministerio de Educación y la Fundación Integra, y actualmente es gerente general de la agencia Granada Comunicaciones.

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