María Paz Oyarzún

Planificamos el 2023, ¿Y ahora qué?

06.02.2023
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Empieza el año y se abre la temporada de planificaciones, metas, objetivos, tanto a nivel personal, como también a nivel organizacional.

Desde lo individual, muchos reflexionamos cómo fue el año anterior y dibujamos los siguientes 365 días poniéndonos nuevos objetivos. Son pocas (aunque creo que cada día más) las personas que anotan esas metas o deseos en una libreta y son menos aún, quienes las revisan con el pasar de los meses.

En las instituciones, pasa lo mismo. Hoy en día, la gran mayoría de las empresas desarrollan una planificación estratégica para visualizar lo que se viene, donde se incluyen pilares, metas, acciones.

En muchas ocasiones, se trata de procesos intensos de revisión y proyección de las acciones de todas las áreas. Se hacen los presupuestos y se establecen las metas que se realizarán durante el año. Con ello, se invierte tiempo y recursos para dejar todo listo y ponerse manos a la obra.  

Sin embargo, y tal como le ocurre a las personas, a las organizaciones también les cuesta seguir sus propios planes y conseguir lo que se establece a principios de año. Aun cuando hoy existen softwares, metodologías y modelos que ayudan en este proceso, esas horas de planificación invertida no siempre sirven para lograr los objetivos.

¿Qué pueden hacer las empresas para que estos esfuerzos no sean en vano?

1. Sentido

Un relato que escucho y repito mucho en mi trabajo como consultora es el de aquel albañil que con desgano lleva un ladrillo, mientras a su lado va otro que lo carga muy feliz. El primero piensa por qué tengo este mal trabajo, odio hacer fuerza, en cambio el segundo dice qué maravilla tener la fuerza para construir una catedral.

A pesar del esfuerzo, aquel albañil que trabaja feliz logra visualizar el fin mayor de su trabajo, dándole sentido a su contribución. Es decir, se siente parte de una causa común, que en este caso es la catedral.  El conocer las metas y el porqué de la planificación estratégica genera compromiso y adhesión a la causa común de la organización. Aquellas empresas que comparten el sentido de su quehacer con sus trabajadores, reconociendo el aporte de cada uno, logran cumplir sus metas.

Esto es en parte lo que Manuel Tessi, autor de Comunicación Interna en la Práctica, plantea como la S del sueldo, pero no el sentido monetario, sino que la S de Sentido. “El Sentido no enmarca los estímulos monetarios (incentivo), sino los motivos intangibles (motivación) por los cuales una persona trabaja”. Esa motivación está dada por distintos factores, uno de ellos, el saber para qué hago lo que hago y cómo eso aporta a algo más grande.

2. Participación

Aquellas organizaciones donde hay más trabajadores participando en la planificación estratégica, cumplen sus metas de manera más eficiente. No se trata de implementar un sistema donde todos decidan y no haya un norte, sino que disponer de espacios reales de escucha, donde las jefaturas conozcan qué quieren y sienten las personas, y donde los trabajadores y trabajadoras opinen desde sus experiencias y conocimientos. Una planificación participativa, en su construcción y en su seguimiento,  aporta a los cumplimientos de sus objetivos.

3. Comunicación

Lo que no se comunica, no existe. Es por eso que la comunicación de la planificación debe ser efectiva. Hay que asegurarse que todos los trabajadores la conozcan y se sientan parte de ella para que, de algún modo, les pertenezca. Una planificación debe ser lo que guía al plan de comunicaciones internas de la empresa, y debe tener su espacio en los canales internos (newsletters, pantallas, diarios murales). También debe tener una línea de discurso, y una segmentación de públicos y mensajes, periodicidad, etc. Acá es fundamental la participación de los líderes. Son ellos y ellas quienes deben tener habilidades comunicacionales para transmitir el sentido y entregar la mirada a largo plazo, convocando a todos a ser parte de esta misión.

4. Seguimiento

La planificación no sólo se ve a principio de año, sino que debe estar presente en la conversación organizacional permanente, siempre con la flexibilidad de cambiar los planes si la realidad lo amerita. Además, debe ser coherente con los planes de desempeño, ser parte de la cultura institucional, y tener un seguimiento y evaluación.

La estrategia y las metas se deben repetir en distintos mensajes. Repetir y repetir, para que cada una de las personas de la empresa, escuche el mensaje corporativo y adhiera a él.

Escrito por

Cientista política de la Pontificia Universidad Católica de Chile y coach ontológico certificado. Ha trabajado en instituciones, como el Ministerio de Educación y la Fundación Integra, y actualmente es gerente general de la agencia Granada Comunicaciones.

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