Daniela Araya

Adopción de mascotas: ¿Un acto de vanidad?

19.07.2022
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A muchos, la pandemia nos obligó a abrirnos a una realidad que creíamos inexistente. Cuando caminamos por la calle, cada vez es más común ver a personas en situación de calle, pidiendo dinero o haciendo colectas. Hoy, basta con ir a comprar para darse cuenta que la pobreza está a la vuelta de la esquina. Esa carencia material, sin embargo, solo es la punta del iceberg.

Con la cuarentena, muchos y muchas comenzaron a experimentar una fuerte sensación de soledad. El confinamiento hizo que aparecieran sus peores pesadillas, y no muchos pudieron resistirlo. Las personas querían sentirse acompañadas. Es por eso que la adopción de mascotas aumentó en un 50% durante el año 2020 en Chile, de acuerdo a los datos entregados por la organización Adoptamatch. 

En ese momento, cuando las personas comenzaron a adoptar, las personas solo pensaban en el cariño que le iban a dar a ese perrito en situación de calle y cómo les iba a cambiar la vida a ambos. La gente creía que esta era una buena manera de pasar el confinamiento, que les iba a permitir estar más en compañía y armar, en definitiva, iban a poder formar una familia con este nuevo integrante. Sin embargo, no consideraron algo esencial: las mascotas son seres vivos que, probablemente, van a durar al menos 10 años más en esta Tierra… y ahí empezaron los problemas. 

Los perros no solo demandan amor y techo, sino que requieren cobertura de las exigencias de la denominada pirámide de necesidades, además de las cinco libertades del bienestar animal: comida, agua, lugar seguro, privación de dolor y expresión de conductas naturales. Esto implica ponerles una casa o cama, o pañales cuando son cachorros; entregarles un hueso para roer o una alfombra olfativa; darles paseos dos veces al día, limpiar sus heces, etc. Hay que estar preparados. Los perros y gatos son seres vivos, y no tienen capacidad de razonar respecto a sus conductas. Por tanto, pueden orinar en la alfombra, morder cosas o ladrar sin parar. 

No todos están preparados para tener un animal en casa y dedicarle todo el tiempo que requieren responsablemente. Contrario a la creencia popular, tampoco todo el mundo está capacitado emocionalmente para tenerlos, porque no: ellos no son nuestro paño de lágrimas si nos sentimos solos. Esto se trata de un vínculo mutuo y no privilegia el bienestar de un ser vivo por el de otro. 

Analicemos bien qué queremos. Seamos proactivos, pero no reactivos. Muchos de esos perritos de “pandemia” hoy en día están llenos de problemas de comportamiento. Algunos tutores simplemente ya no los quieren, o al volver a la rutina de su trabajo se dan cuenta que no los pueden cuidar. Muchos, incluso, han vuelto a un refugio y, en el peor de los casos, a la calle. Pensemos si adoptar un animal es un acto de humanidad y bondad genuina. ¿Quiero y tengo tiempo para otro ser vivo? ¿Tengo presupuesto para ellos o solo es un acto de vanidad para cumplir con un checklist? 

Escrito por

Daniela Araya es Médico Veterinaria, Magíster de Etología y Bienestar ©, y directora Terapia Animal Chile. Actualmente, se dedica a la etología, acompañando y evaluando el comportamiento de perros y gatos.

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